Cuenta la leyenda que en la Irlanda del siglo XVIII, un hombre alcoholizado, muy malhablado, avaro, de mala reputación y quien nadie quería, cuyo nombre era Stingy Jack, le pidió al diablo que fuera a tomar una copa con él.
Los escoceses piensan que es buena suerte tenerlos en el hogar, y los japoneses consideran que traen cosas positivas



