El legado de Gregg Popovich se extiende mucho más allá de los banquillos. Con cinco campeonatos de la NBA, 1.422 victorias y una medalla de oro olímpica, su historial lo ubica como uno de los entrenadores más exitosos de todos los tiempos. Su paso por los Spurs marcó una era de grandeza sin precedentes.
El 2 de noviembre, Popovich sufrió un derrame cerebral durante una práctica, lo que prácticamente lo alejó toda la temporada. Aunque expresó su intención de regresar, finalmente decidió dar un paso al costado, anunciando su renuncia. No obstante, seguirá como presidente de los Spurs, una franquicia que ayudó a moldear durante tres décadas.
El impacto de Popovich fue reconocido incluso por el comisionado Adam Silver, quien subrayó su papel clave en la apertura internacional de la NBA. Junto con R.C. Buford, transformaron la estructura de reclutamiento y convirtieron a San Antonio en una potencia global del deporte.
Antes de dedicarse al baloncesto, Popovich tenía un camino muy distinto por delante. Formado en estudios soviéticos en la Academia de la Fuerza Aérea, su destino parecía encaminado a los servicios de inteligencia. Sin embargo, eligió el deporte, donde su inteligencia táctica brilló igual o más.
La era Popovich deja una historia imposible de borrar: entrenó a leyendas como Tim Duncan y Manu Ginóbili, ganó tres premios al Entrenador del Año y enfrentó a más de 170 colegas durante su permanencia. Su influencia permanecerá viva en cada rincón de la organización texana.