En el Palacio Municipal de Toluca, Ibeth “La Roca” Zamora puso fin a su carrera como boxeadora profesional. La mexiquense, siempre orgullosa de sus orígenes otomíes, agradeció a quienes la acompañaron en un camino de casi dos décadas, donde conquistó campeonatos y respeto dentro del deporte.
La pugilista destacó que su historia comenzó a los 15 años, cuando decidió convertirse en campeona del mundo. Años después, logró esa meta y dejó claro que las niñas indígenas también tienen derecho a soñar y alcanzar objetivos con disciplina. Su mensaje estuvo cargado de inspiración y fuerza.
La decisión de retirarse llegó con la maternidad. Zamora confesó que fue tras el nacimiento de su hijo cuando entendió los riesgos de continuar en el boxeo. Eligió a su familia y a un nuevo rol como madre y empresaria, etapa que espera disfrutar plenamente.
Durante el evento, Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, le otorgó una campana conmemorativa y un árbol de la vida en reconocimiento a su trayectoria. Además, se comprometió a apoyarla en sus nuevos proyectos fuera del cuadrilátero.
El legado de Ibeth Zamora trasciende el boxeo. Su valentía, disciplina y orgullo de sus raíces otomíes la convierten en una figura inolvidable que abrió caminos para futuras generaciones de mujeres en el deporte.