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Publicado en VIDA SALVAJE

La última guacamaya salvaje de Río está sola. Y busca pareja

Miércoles, 12 Mayo 2021 00:01 Escrito por 

Algunos afirman que está manteniendo un romance prohibido. Pero lo más probable es que la soledad la obligue a buscar compañía en el zoológico de Río de Janeiro.

Sea como fuere, se cree que la guacamaya azulamarilla a la que los cuidadores del centro han bautizado como Julieta es el único ejemplar salvaje de su especie en una ciudad donde en su día volaban por todas partes.

Casi todas las mañanas durante las dos últimas décadas, Julieta ha acudido a su cita. Entra al recinto del zoo donde están los guacamayos y, a través de la cerca, inicia un acicalamiento que parece un cortejo conyugal. A veces sólo se queda allí, disfrutando de la presencia de los demás. Es más tranquila — ¿o más tímida? — que sus chillones camaradas.

Los guacamayos azules y amarillos viven alrededor de 35 años y Julieta, que ya no es una cría, debería haber encontrado a su pareja para toda la vida hace años, afirmó Neiva Guedes, presidenta del Instituto de Guacamayos Azules, un grupo ambientalista. Pero Julieta no se ha emparejado aún, ni ha construido un nido ni ha tenido polluelos, así que, como mucho, “sigue teniendo citas”.

Además de Julieta, el último que vio un guacamayo azul y amarillo volando libre en Río fue un naturalista austriaco en 1818, explicó Marcelo Rheingantz, biólogo de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, y en la ciudad no hay más tipos de guacamayos. Los tortolitos que aparecen en la película de 2011 Río son guacamayos de Spix, naturales de otra región del país y que posiblemente están extintos en la naturaleza.

Ser ruidoso y tener un plumaje brillante ayuda a los guacamayos a encontrarse en la densidad de la selva, pero también los convierte en un objetivo fácil para cazadores y traficantes de animales. Suelen avistarse en otros estados y en la Amazonía, y se sospecha que Julieta escapó de un cautiverio.

Los biólogos de BioParque no están seguros de si los coqueteos de Julieta se limitan a un único Romeo enjaulado o a varios. Ni siquiera tienen claro que sea hembra ya que el sexo de los guacamayos es casi imposible de determinar a simple vista, y para hacerlo se necesita un análisis genético de plumas o sangre o explorar sus gónadas.

Cualquiera de estas opciones sería una interferencia para satisfacer únicamente la curiosidad humana sin un fin científico, dijo la bióloga Angelita Capobianco dentro del recinto. Tampoco considerarían encerrar a Julieta, que suele volar sobre su cabeza y parece bien alimentada.

“No queremos proyectar sentimientos humanos. Miro al animal y veo a un animal que está a gusto”, afirmó Capobianco, añadiendo que la guacamayo nunca ha mostrado un comportamiento que indique problemas, como picotear la cerca con insistencia.

El año pasado, BioParque dio más espacio a sus guacamayos: un aviario de mil metros cuadrados (10 mil 700 pies cuadrados) donde vuelan con loros verdes y cotorras doradas en un remolino tecnicolor. Es un gran cambio con respecto a su antigua residencia, de apenas 100 metros cuadrados. BioParque reabrió al público en marzo, tras la privatización del dilapidado zoo de Río y casi 17 meses de obras de renovación.

Entre los objetivos del parque está incluir especies asociadas con programas de investigación en universidades e institutos. Una de estas iniciativas es Refauna, que reintroduce animales en zonas protegidas para reconstruir ecosistemas y colabora con BioParque para criar guacamayos azulamarillos.

Tras algunas demoras causadas por la pandemia, el programa se ha reactivado lentamente y Rheingantz espera liberar a los guacamayos en Tijuca hacia finales de 2022.

Tras dos décadas de relativa soledad, Julieta tendrá entonces ocasión de volar acompañada. Según Neves, podría enseñarles a orientarse en el bosque, e incluso encontrar el amor.

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