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Publicado en EL BUEN COMER

Una dulce tradición toluqueña desde 1895

Jueves, 05 Noviembre 2020 15:08 Escrito por 

La dulcería de la familia Hernández es reconocida por sus piezas artesanales. En este negocio se ofertan higos cristalizados, macarrones, mazapanes, jamoncillos, cocadas, alegrías y muchos dulces más.

En la colonia Electricistas, una de las zonas más antiguas de Toluca, se ubica una tienda de dulces típicos mexicanos que actualmente se distingue como uno de los sitios turísticos más importantes de la capital del Estado de México, y que destaca porque a lo largo de 125 años ha producido piezas artesanales con base en leche bronca y sin utilizar conservadores.

Roberto Hernández pertenece a la cuarta generación de una familia que se dedica a elaborar y vender productos “muy dulces”. Es un hombre de la tercera edad quien, junto con sus hermanos, hijos, primos y nietos, decidió dedicarse al oficio que aprendió de su bisabuelo, el fundador de este negocio.

“Desde pequeño aprendí. A veces uno deja de estudiar. A mí, por ejemplo, me tocó ver a mis abuelos y a mi padre trabajar. Yo hacía lo esencial: picar la naranja, el camote, la calabaza”. Roberto comenta que, en un principio, sus bisabuelos únicamente elaboraban el macarrón y el hueso, lo más vendido: “No sabemos quién les enseñó a ellos o quién de los dos tuvo esa visión”, destaca.

El lugar donde esta familia oferta sus dulces es un sitio cálido y colorido, proporcional al trato que brindan los Hernández. Al fondo del pequeño cuarto, junto con los mostradores de dulces se encuentran los cazos en los que se hierve la leche bronca recién ordeñada. Allí, Roberto tiene dispuestos varios ingredientes con los que trabaja para transformarlos en 70 opciones distintas de dulces típicos, desde los higos cristalizados, hasta los macarrones.

En esta tienda, casa que fue habitada hace 55 años por la familia Hernández, hay un pequeño taller en la parte trasera del cuarto de exhibición, donde dan forma a los dulces mediante moldes: “Cada integrante de la familia aporta y cada día observamos qué nos hace falta para completar las charolas; así, cada quien trae su parte desde casa”.

En este lugar no hay nada artificial. Los dulces duran frescos hasta por ocho días; por eso, cuando reciben pedidos de personas que viajarán, les recomiendan que los ordenen un día antes para prepararlos, pues no llevan conservadores, si acaso algunas gotas de colorante vegetal para distinguirlos.

Los productos favoritos entre los clientes son los jamoncillos de piñón, envinados, de leche quemada y de mandarina, además de los higos, la fruta cristalizada y también los borrachitos. A este sitio han llegado compradores famosos, como la medallista olímpica Soraya Jiménez, además de futbolistas, artistas, actores y hasta un diplomático alemán que se llevó un ejemplar de cada variedad.

“Es un orgullo. Nunca imaginamos que nuestros dulces traspasarían fronteras y llegaran a manos de un diplomático en otro continente”, declara Roberto, y asegura que “vivimos enamorados de nuestro oficio, lo conservamos con mucho amor”.

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