Tres Pm

SÍGUENOS EN REDES SOCIALES

Google AdSense LeaderBoard
Publicado en EDITORIAL

Transporte

Martes, 14 Enero 2020 16:46 Escrito por 

Caos, delincuencia, impunidad, abuso y contaminación. Es lo primero que viene a la mente cuando hablamos de transporte público.

Es cotidiano y hasta “normal” escuchar las malas anécdotas que la gente cuenta acerca de los camiones urbanos; desde el atropellado, el choque, asaltos, unidades sucias y viejas que contaminan, carreritas de choferes y hasta la trágica muerte de un payaso.

Los ciudadanos cada día están más inconformes con el servicio que se ofrece, pero no hay de otra. Ya sea por necesidad o comodidad, diariamente 6 millones de mexiquenses utilizan el transporte público. Demostrado está que no tienen inconveniente con el aumento, siempre y cuando lo valga.

El primer día de este año despertamos con la noticia del aumento de 2 pesos en el transporte mexiquense, lo que ocasiono la rabia e impotencia de los usuarios, argumentando que es muy caro y de mala calidad, lo que origino que hasta este momento se sigan manifestando con la ilusión de que no aplique el aumento; y que este servicio sea digno y seguro, que tenga orden en las rutas y terminar con camiones o taxis piratas, entre otras muchas cosas.

No es mi intención quitarles la ilusión y mucho menos soy quien para cuartar su libertad de manifestarse en contra de este abuso. Pero… daremos una primicia: ¡No señores! no van a hacer que el precio del transporte público regrese a los 10 pesos. El transporte público es un negocio voraz en el que nadie está dispuesto a perder.

Este salvajismo que se registra en el transporte tiene varios implicados: autoridades, empresarios, choferes y usuarios. Los primeros dos nunca pierden, solo son ganancias para el sector transportista y los funcionarios que los regulan. Los usuarios y choferes difícilmente ganan.

En un primer término las autoridades del transporte tienen sexenios y sexenios con la buena voluntad y el maravilloso deseo de arreglar el transporte, sin embargo, la realidad es que cambian de posición y dejan abandonado una de las necesidades más importantes de la población: la movilidad.

Los empresarios son voraces depredadores económicos. Sí, generan empleo a miles de personas, directos e indirectos, brindan un servicio a la sociedad, sin embargo, nunca pierden y si pierden arrebatan. Todo es un lucrativo negocio para los concesionarios, y la inversión resulta mínima.

Víctimas directas de esta voracidad son los choferes, quienes con sueldos de miseria y condiciones de trabajo nefastas, salen día a día a “buscar la chuleta” porque no hay más que trabajar. Esta frustración laboral es descargada directamente contra el usuario, último implicado de esta fatídica cadena.

El usuario se conforma con enojarse, protestar, pero cliente cautivo del transporte, no puede dejar de sufrir las malas condiciones que se registran en este rubro.

Cuantas veces se ha señalado que los miles de camiones que circulan por Toluca llevan a penas unos cuantos pasajeros y, el impacto ambiental y social es desmedido en comparación contra su utilidad.

Tampoco se descubre el “hilo negro” al mencionar que es necesaria una reforma en el tema del transporte, con otros modelos de concesión, pero también con mejores condiciones para los trabajadores y un servicio digno para los usuarios.

Mientras todo esto se desarrolla todo sigue igual. Los usuarios se continúan quejando, los choferes necesitan trabajar para vivir, los funcionarios brincan enriquecidos a otros puestos y los empresarios siguen ganando, la afectación se perpetúa, el medio ambiente continúa deteriorándose y la situación continúa siendo más y más tensa. A bien no se lo complicado o peligroso que sea acabar con el caos del transporte público, o si represente una gran perdida para los empresarios; lo que sí se, es que urge que alguien con capacidad quiera y pueda tomar las riendas en este tema por el bien de todos.

Etiquetado como
Más en esta categoría: Tiempos de cambio en el OSFEM »