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Publicado en DEPORTES

Salvador Sánchez, la joven leyenda mexiquense que se perdió en un accidente

Jueves, 13 Agosto 2020 17:01 Escrito por 

Aquel 13 de agosto de 1982, los noticieros vespertinos confirmaron la noticia de la muerte de quien, se piensa, hasta la fecha, pudo haber sido el máximo icono del boxeo en México: Salvador Sánchez.

La madrugada del 12 de agosto, el joven campeón mundial de peso pluma viajaba en su lujoso Porsche 928, cuando un trágico accidente cerró sus ojos para siempre; no así el recuerdo del boxeador de 23 años que había cautivado al mundo del boxeo.

El Diario publicó como noticia principal de su página deportiva el lamentable percance ocurrido en la carretera que comunica Querétaro con San José de Iturbide, en Guanajuato. En el kilómetro 12 se quedaron los guantes del "Rocky". Otros medios de la época también se hicieron eco de la noticia en sus portadas del 13 de agosto. Fue hasta entonces que se pudieron observar las fotografías del impresionante choque. Eran otros tiempos.

Salvador Sánchez estaba llamado a ser uno de los más grandes de todos los tiempos, pero hay quienes dicen que todo ocurrió tan deprisa, es decir, que era demasiado joven, que muchas cosas pudieron haber sucedido durante la larga carrera que lo esperaba, y que lo pudieron haber hecho perder el camino. Meras suposiciones.

Lo que sí se puede decir de Salvador Sánchez es que se coronó monarca mundial cuando tenía sólo 21 años, noqueando a Danny “Coloradito” López el 2 de febrero de 1980. En ese momento comenzó una estela grandiosa de triunfos y logros que sorprendían y hacía prometer cosas impensables para el boxeo nacional. Apenas 22 días antes había vencido por nócaut en el último round al futuro Salón de la Fama (de cuatro que venció en su corta carrera) Azumah Nelson, y estaba comenzando la preparación para la siguiente defensa, el 15 de septiembre, ante Juan Laporte. El mundo se frotaba las manos para presenciar ese combate.

Alejandro Toledo, en su libro De Puño y Letra, detalla lo vivido en aquellos momentos, un día antes del deceso. Ese primer día de entrenamiento, el miércoles 11, Salvador Sánchez se subió a su Porsche 928 por la tarde y salió del campo de entrenamiento en San José Iturbide, Guanajuato, con rumbo a Querétaro, a unos 55 kilómetros de distancia. Basado en los testimonios recogidos, Toledo asegura en su crónica que Salvador “recibió una llamada, se puso inquieto” y tomó las llaves del auto. Buscó una coartada para escabullirse de su entrenador, Cristóbal Rosas, y se fue sin revelarle a nadie su destino. Se salió con la suya, usando un engaño, tal como lo hacía sobre el ring, según el historiador Bert Sugar.

“Salvador Sánchez se fue sin decir nada. Su entrenador, Cristóbal Rosas, y su asistente, ‘El Patillas’, lo esperaron infructuosamente hasta la noche. Cristóbal optó por irse a dormir. ‘El Patillas’, según Toledo, lo esperó despierto hasta las dos de la mañana del jueves 12 de agosto. Casi a la misma hora en que ‘El Patillas’ se fue a dormir, Salvador Sánchez salía de una reunión en Querétaro ‘con un grupo de admiradores’”; según la crónica de Alejandro Toledo, tomó la carretera para regresar a San José de Iturbide.

“En el kilómetro 14, un camión de los llamados ‘rabones’, con placas de circulación H-7892, dio alcance al Porsche blanco (placas LNM-622) por la parte trasera y lo proyectó de frente contra un camión Dina Torton, placas 6166-AH. El campeón se golpeó con el volante en la ceja izquierda; el toldo le rasgó el cráneo; esta última sería la herida fatal, su único y tristísimo nocaut”, narra Toledo. El campeón había caído para siempre. Rápido corrió la noticia, y fue Cristóbal Rosas quien acudió a la morgue, reconoció el cuerpo de Salvador Sánchez y rompió en llanto.

Así se escabulló la vida de Salvador Sánchez. Llamado a ser uno de los grandes de todos los tiempos, terminó siendo presa, quizá de su juventud e inexperiencia. “Se apaga una estrella”, apareció en la prensa. Y tuvieron razón.

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