Un equipo de investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) documentó cómo los pingüinos tienen el potencial para fungir como agentes de dispersión de sustancias tóxicas en los suelos de la Antártida.
Publicado en la revista Geoderma, el presente estudio se basa en muestras recogidas en colonias del género Spheniscidae, ubicadas en las islas antárticas Livingston y Decepción.
Tras identificar múltiples fuentes de estos contaminantes, los resultados mostraron un enriquecimiento significativo en nutrientes, metales pesados (cobre y zinc) y compuestos orgánicos (hidrocarburos aromáticos policíclicos). Con base en ello, el equipo involucrado determinó que los pingüinos actúan como “vectores biológicos capaces de transferir defectos desde el medio marino hacia los ecosistemas terrestres antárticos”.
Al respecto, Cristina García Hernández, líder de la investigación, advirtió que si bien los suelos no muestran efectos inmediatos, existe un riesgo potencial, pues de filtrarse las sustancias hacia los corrientes o aguas costeras, podrían afectar a organismos acuáticos extremadamente sensibles como el plancton, considerado base de la cadena alimenticia.
“Este descubrimiento aporta evidencia de que los ecosistemas polares son más vulnerables de lo que pensábamos, revelando cómo los procesos naturales y biológicos pueden contribuir, en gran medida, a la contaminación de estos territorios”, apuntó.