Con tubérculos en los párpados y una coloración rojiza y negra en la ingle, los anfibios fueron bautizados científicamente como Phrynopus manuelriosi y Phrynopus melanoinguinis, cuyo tamaño no supera los 27 milímetros.
Según reportes, 3 de las 17 especies ya han desaparecido y otras 4 se encuentran en peligro de extinción. El gran culpable es el cambio climático, sin embargo, en las últimas semanas, estos animalitos han visto surgir a otros agresores: los turistas.
Para esta ocasión, las científicas decidieron experimentar con la especie endémica Pachymedusa dacnicolor, mejor conocida como ranita verduzca; rana cara de niño; rana verde; o rana de árbol mexicana.
En un comunicado, el Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), la Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explicaron que la mayoría de los hallazgos tuvieron lugar en el Bosque Montano Occidental, de la provincia sureña de El Oro, ubicada a altitudes entre 1,330 y 1,705 metros sobre el nivel del mar.
Respecto a sus características físicas, destacan por tener un dorso negro con pocos círculos, puntos o líneas asimétricas de color verde amarillento
Se trata de una rana de hojarasca que pertenece al género Noblella, y fue bautizada con el nombre científico Noblella arutam, el cual rinde homenaje al pueblo indígena de Shuar.
Su nombre hace honor a Elisa Bonaccorso, quien ha realizado importantes contribuciones a la sistemática y biogeografía de las aves, la biología de la conservación y la batracología (anfibios).
El increíble hallazgo tuvo lugar en el Santuario de vida Silvestre “Charnley River-Artesian Range”, en la región de Kimberley.
Los autores explicaron que para comprobar esta práctica utilizaron anfibios de la especie Odorrana tormota
Explicaron que lo anterior fue posible aplicando un producto directamente en el agua y sin necesidad de retirar a los animales de su hábitat natural.
