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Publicado en CULTURA

La gota y el mar: obra que te enfrenta con el tiempo

Lunes, 31 Mayo 2021 00:01 Escrito por 

La imagen que recibe al público en su regreso a una sala de teatro es tan enigmática como elocuente: gotas de agua que caen desde el techo, una tras otra, despacio, hacia una pileta de agua dispuesta en el centro del escenario.

Sentadas en dos plataformas, flanqueando ese pequeño mar que se llena gota a gota, dos mujeres con la mirada perdida hacia el frente dejan el tiempo correr.

Para el público que ingresa con cubrebocas al Foro Shakespeare, el recibimiento de la obra La gota y el mar recuerda, irremediablemente, a los largos meses de confinamiento, a la rutina y a la monotonía forzada por la pandemia de Covid-19, lejos del contacto con los otros.

Eso mismo le ocurre a Marisol, una joven que se precia de llevar consigo, a cada momento, un "reloj integrado" que rige su vida al segundo, desde que se despierta hasta la hora de dormir, día tras día tras día.

En escena, Marisol, interpretada por Estefanía Norato, autora de la obra, así como la actriz Abigail Pulido, intercambian diálogos y acciones, y van y vienen entre ambas plataformas, en una coreografía cronometrada.

Como parte de esa rutina, que jamás se rompe, Marisol conoce la hora exacta en la que su vecino, Marco, cruzará por su ventana para ser visto cada mañana, en un ritual silencioso que es lo más cercano en su vida al contacto humano.

El día en el que ya no aparece a la hora habitual, la protagonista comienza una búsqueda frenética, casi detectivesca, que habrá de llevarla hasta el pueblo costero de Villamar y, también, en realidad, al encuentro consigo misma.

Bajo la dirección de Ingrid Cebada, La gota y el mar se estrenó en el Foro Shakespeare con una producción renovada, hecha posible por el estímulo fiscal Efiartes, y tendrá temporada hasta el 13 de junio, de jueves a domingo.

En su periplo hacia Villamar, Marisol se encontrará con una galería de personajes estrafalarios, también actuados al alimón por Norato y Pulido, que van echando luz sobre las últimas horas previas a la desaparición de Marco.

Un empleador misógino y borracho con el corazón roto, un emprendedor y conferencista del budismo zen con problemas de neurosis, un taxista taciturno que quiere perder un recuerdo y un niño lanchero de picaresca son parte del arsenal de seres que, con un humor recompensado constantemente por las carcajadas de la audiencia, pueblan el mundo de la obra.

El texto de Norato, ganador en el 2017 del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Vicente Leñero, encierra bajo sus múltiples capas la búsqueda de Marisol por tomar el control de su propia vida, como una gota que se ha perdido en el vaivén del inmenso mar que la contiene.

La escenografía, a su vez, no necesita más que de ambas plataformas y la pileta de agua con arena en el fondo para convertirse en una oficina, un departamento, un taxi y, con ayuda de unos ventiladores y una súbita caída de agua, en una lancha que sortea una tormenta.

En esta súbita ruptura de la rutina que comparten Marisol y quienes, al fin, han podido regresar al teatro, la sensación de comenzar a retomar la vida después de un desastre se hace presente. Como las gotas que se funden en el mar, los aplausos colman la sala de nuevo, como una señal de que la tormenta, si no se ha acabo, por lo menos comienza a amainar.

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