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Adamo Boari, el arquitecto que inmortalizo a su mascota en Bellas Artes

Sábado, 05 Marzo 2022 00:01 Escrito por 

Durante la construcción del Palacio de Bellas Artes, en 1904, había alguien que supervisaba con atención hasta el más mínimo detalle de la obra. Se trataba de “Aída”, la perrita del arquitecto Adamo Boari quien decidió inmortalizar a su querida mascota en este importante espacio.

Boari nació en 1863 en Ferrara, Italia, pero gran parte de su vida residió en países del continente americano como Uruguay, Argentina, Estados Unidos y Brasil, esto antes de trasladarse a México y convertirse en uno de los arquitectos preferidos del entonces presidente Porfirio Díaz.

Durante su estancia, el italiano colaboró en importantes proyectos, siendo el más importante el Palacio de Correos, por el cual fue catalogado como todo un referente de la arquitectura moderna. De hecho, tras esta tarea, la siguiente planificación que llegó a su escritorio fue el de nada más y nada menos que el reemplazo del Teatro Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes. De inmediato, Boari hizo sus maletas y viajó a diferentes ciudades para admirar los teatros más importantes del mundo y tomar inspiración para su nueva creación.

Como mencionamos al principio, desde el primer día de construcción, el 1 de octubre de 1904, Boari no enfrentó el reto más importante de su carrera solo, pues “Aída” estuvo al lado de su amo en todo momento.

Con el paso de los meses, la fiel acompañante del arquitecto, un ejemplar de raza Setter, se ganó el corazón de todos los trabajadores. Por este motivo, fue recordada con gran cariño luego de que muriera antes de completar el proyecto.

Tras el triste fallecimiento de su mascota, Boari le encargó a su compatriota Beno Gianetti Fiorenzo que realizara una figura del animal para colocarla en la facha de la edificación, junto a las otras máscaras y guirnaldas creadas por el escultor. Gianetti accedió y así fue como el rostro de “Aída” quedó plasmado para siempre como parte de la decoración.

Lamentablemente, la historia de Adamo Boario no tuvo un final feliz. Resulta que el italiano se había enamorado de una mujer mexicana e incluso, tuvo una hija. Él planeaba naturalizarse, pero el comienzo de la Revolución Mexicana lo obligó a abandonar el territorio nacional.

Los trabajos en el Palacio se reanudaron en 1928, pero ahora con el arquitecto mexicano Federico Mariscal, quien fungió como director de obras. Por su parte, Boari regresó a su natal Italia, donde falleció seis años antes de que su mayor obra fuera inaugurada.

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