Para muchos dueños, un perro representa más que una mascota, casi al nivel de otro miembro de la familia. Si bien esta afirmación podría considerarse exagerada en ciertos contextos, es importante mencionar que ahora cuenta con un respaldo científico.
Basada en estudios de resonancia magnética funcional (fMRI), una nueva investigación de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) sugiere que el cerebro humano procesa la relación con los perros de manera sorprendentemente similar a como desarrolla el vínculo con los hijos humanos.
Para llegar a esta conclusión, el equipo realizó un experimento en el cual reclutó a un grupo reducido de madres que cumplían dos requisitos: tener al menos un hijo de entre 2 y 10 años, y haber convivido con un canino durante más de 48 meses.
Una vez reunidas, las participantes fueron conectadas a escáneres cerebrales mientras observaban imágenes de sus pequeños y sus mascotas, tanto propios como ajenos, con el objetivo de analizar las reacciones neurológicas frente a distintos estímulos efectivos.
Los resultados, publicados en la revista científica de Harvard, arrojaron una superposición significativa en la activación de regiones cerebrales como la amígdala, el hipocampo, el tálamo y el giro fusiforme, áreas relacionadas con la recompensa emocional, la memoria, el procesamiento visual y el apego social.
“Las imágenes revelaron que, al ver fotografías de sus hijos y de sus perros, las madres experimentaron una activación similar en estos centros neurológicos”, comentó Niwako Ogata, coautora del estudio.
“También, las áreas cerebrales vinculadas al apego, el amor y el vínculo emocional se estimularon de forma comparable, lo cual sugiere una base afectiva común entre ambas relaciones”, precisó.