¿FRACASO? Con más dudas que certezas, COP30 aprueba documento final
Por si fuera poco, los representantes de los Estados también descartaron la idea de una hoja de ruta, misma que había ganado el apoyo de más de 80 países en el primer borrador.
Por si fuera poco, los representantes de los Estados también descartaron la idea de una hoja de ruta, misma que había ganado el apoyo de más de 80 países en el primer borrador.
Según reportaron medios especializados, la presidencia brasileña del encuentro señaló que alrededor de 80 Estados, entre ellos Arabia Sauidta, Omán y Egipto, rechazaron introducir en el documento menciones a los hidrocarburos, así como la idea de una “hoja de ruta” para dejarlos atrás.
Y es que durante el transcurso de la semana, los ministros asumirán el mando de las pláticas que, a nivel técnico, han avanzado poco en los temas de mayor importancia, tales como la financiación de los países ricos a los de en desarrollo y la inclusión de nuevas metas de reducción de emisiones dentro de la agenda oficial.
Bajo ese contexto, el riesgo de daños por eventos climáticos, tales como inundaciones, incendios, olas de calor y otros desastres es, en la actualidad, un 41% superior a comparación de hace 35 años.
Así lo confirmó la Oficina del Clima de la ONU, la cual recordó que hasta finales de septiembre pasado la cifra de países con compromisos nacionales individuales actualizados (NDC, por sus siglas en inglés) era de tan sólo 64.
Hasta el próximo viernes 21 de noviembre, los representantes de cientos de países alrededor del mundo sostendrán negociaciones para asegurar la financiación del combate al cambio climático
Si bien los involucrados quedaron satisfechos con el pacto, al que consideran una nueva y ambiciosa contribución, éste también introdujo medidas que flexibilizan la consecución de los objetivos.
ONU estima que los planes nacionales aún pueden llevar a una reducción del 10% de las emisiones en el año 2035.
Ubicado en el Área Especial de Lin-gang, en Shanghái, el presente proyecto pretende marcar un hito en la búsqueda de soluciones sostenibles para la creciente demanda energética de la infraestructura de computación.
Liderado por el University College de Londres (Reino Unido), en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el presente estudio evaluó ampliamente las conexiones entre la crisis climática y la salud, incluyendo nuevas métricas sobre muertes por calor extremo.