"El miedo, al qué dirán pues también te limita, porque cómo una profesional pues llega a este punto, el qué van a decir los compañeros, el que va a decir la gente”.
Fueron las causas que obligaron a quien llamaremos “Angelica”, por cuestiones de seguridad, a vivir un infierno al lado de su pareja, y es que su día a día era entre golpes e insultos.
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“Al punto de ser amenazada que si yo no permanezco con él, que si no me quedaba con él, le iba hacer daño a mis sobrinos, a mis papas, yo no tuve hijos por la misma situación".
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Su trabajo cómo médico, le permitía “descansar” de todos los insultos y golpes, sin embargo, llegó el momento en el que el maquillaje ya no era suficiente para ocultar los moretones que le generaba aquel hombre que un día prometió cuidarla.
“Al principio yo escondía los golpes con kilos de maquillaje, y el decir no pasa nada, ir y ponerme al frente de mi trabajo y olvidarme de la situación, pero al salir de ahí todo era diferente".
El grado de violencia que vivió, la obligó a ingresar a un refugio donde también trató de esconder su identidad, al sentir que sería juzgada solo por el hecho de tener una licenciatura y no poder hacerle frente a la violencia que vivía en casa.
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"Llegó un punto donde dije, termina esto o termino yo muerta, por eso de primer momento me acerque con mi jefe quien me brindó el apoyo y el decir hasta aquí, ya aguante mucha violencia".
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Hoy en día, Angélica vive tranquila después de tocar fondo, su agresor sigue un proceso penal, ella comenta que la violencia no es de clases sociales o de niveles educativos, por ello invita a las mujeres a retirarse al primer momento en que aquel hombre que les prometió respeto, rebasa esa línea.