Un acto de compasión que se volvió un estilo de vida
Lo que inició como una labor altruista, hoy es una forma de vida y un ejemplo a seguir. Aldo Millán, con quince años de experiencia en la reparación de llantas, decidió cambiar el destino de perros en situación de calle o maltrato, inspirado por el consejo de una amiga.
Una rotweiler cambió su perspectiva
Todo comenzó cuando una amiga le ofreció a una perrita para cuidar su vulcanizadora ubicada en La Cruz Comalco, en Toluca. El animal estaba en pésimas condiciones: ciega de un ojo, desnutrida y abandonada.
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“Allá adelante estaba tirada, junto a un poste, ya dejándose morir. Una rotweiler sin ojo… no se moría porque la gente le aventaba comida”, relata Aldo.
Al llevarla a su taller, comenzó a alimentarla y curar sus heridas. En pocos días, el animal mostró un cambio sorprendente.
“Los perros tienen un poder de sanación tremendo. Lo he visto con varios de ellos”, asegura.
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Su taller se volvió refugio
Con el tiempo, vecinos y desconocidos comenzaron a llevarle perros, al ver su entrega y compasión.
“Llega gente en sus carros y me dicen: ‘Oye, te voy a dejar a mi perro porque veo que te gustan’. Y yo les digo: no es que me gusten, es que no me gusta verlos sufrir”, afirma.
Hoy, Aldo cuida a 11 perros que duermen dentro del taller y durante el día deambulan libremente.
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La ayuda se multiplica
Su ejemplo ha contagiado a su familia: su esposa e hijos también se han unido al rescate de lomitos. Además, la comunidad ha respondido con empatía, llevándoles comida o alimentando a los perros afuera de sus casas.
“Los perros son angelitos, son niños, son amor y cuidan. Esta zona es un foco rojo de Toluca, pero por estos canijos, nadie se acerca”, concluye Aldo con orgullo.